Cría de la Clochina

La cría de la clóchina es un laborioso y preciso proceso que comienza con la recogida del “criançó” (semilla), en el medio natural, con la luna creciente del mes de mayo momento en el que el tamaño y la condición física de la clóchina es la más adecuada para su transplante. Esta semilla se va almacenando en el vivero para empezar a sembrarla a partir de la primera tormenta de agosto o en la luna nueva de septiembre.

El “criançó” almacenado y el que se sigue recolectando hasta el mes de diciembre se selecciona en cuatro tamaños, garbillándolo con paciencia y muy lentamente para no maltratar dicha semilla. El garbillado consiste en el tamizado de la semilla que, además de permitir la selección de tamaños, permite la eliminación de impurezas.

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La siguiente fase es el encordado. Esta técnica consiste en sujetar la semilla a una cuerda de seis brazas (9,5m), mediante venda de algodón que desaparece a las cuatro semanas, cuando la clóchina se ha sujetado a la cuerda mediante el biso. Las cuerdas se atarán a la “tangoná” (emparrillado de madera) sumergiéndolas en el agua atadas por tres puntos, para evitar en lo posible el ataque de los depredadores, principalmente la dorada que en los últimos años abunda en exceso en las aguas del puerto de Valencia. El día de Todos los Santos, es el que marca la soltada a pico, suspensión de la cuerda por un solo cabo.

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La dificultad de esta tarea se centra en la habilidad del cultivador para calcular el engorde de los animales que han sido plantados en cada cuerda ya que, a diferencia del mejillón que es sometido a varios desdobles (técnica que consiste en extraer los ejemplares más grandes de una cuerda y sustituirlos por otros más pequeños para continuar el engorde), la clóchina se deja en estas cuerdas y únicamente se extrae para el soleado que consiste en la exposición periódica de las cuerdas al sol con el fin de matar a los organismos y/ o parásitos inadecuados para el consumo humano.

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Entre la luna llena de abril y la luna menguante de agosto, se procede a la cosecha mediante la recogida de cuerdas y su separación para su envasado en sacos de aproximadamente 11 Kilos, para que después de la merma, queden 10 Kilos. Esto se realiza en cubierta, y mediante pequeñas embarcaciones son conducidas a los muelles en los que se cargan en camiones frigoríficos con destino a la depuración.